lunes, 8 de abril de 2019

CINEMA PARADISO


CINEMA PARADISO

Todo empieza con una llamada de teléfono a Salvatore donde su madre le avisa que Alfredo ha muerto. A partir de ahí comienzan los recuerdos de su infancia en la ciudad de Sicilia.

Con tan solo seis años, Salvatore, hijo de una viuda cuyo marido se había muerto en la Segunda Guerra Mundial, era travieso e inteligente.  Su apodo es Totó  y establece una amistad con Alfredo, el proyeccionista. Éste se convierte en una figura paterna para Totó. Al principio, Alfredo considera a Totó como un estorbo en su trabajo, ya que éste tenía mucho interés en aprender cine.

Un sacerdote había ordenado a Alfredo que todas las escenas románticas de las películas se suprimieran y cuando se proyectaba la película y faltaban partes el público no estaba de acuerdo y abucheaban. Todo el montaje terminó con un incendio en Cinema Paradiso mientras Alfredo proyectaba la película en la pared de una casa.  Totó consigue salvarle la vida a Alfredo, pero a causa del incendio Alfredo pierde la vista y se queda totalmente ciego.  

El Cinema Paradiso es reeconstruido por Ciccio, y contratan como nuevo proyeccionista a Totó, aun siendo un niño, porque él es el único que sabe cómo manejar las máquinas.

Más tarde, Totó ya es un jóven adulto y su relación con Alfredo se ha fortalecido. Usando una cámara conoce a Elena. Totó se enamora perdidamente de ella y al final consigue ganarse su corazón con los consejos que le había dado Alfredo citando películas clásicas.

Mientras Elena y su familia se mudan, Salvatore tiene que ir al servicio militar. Desde allí, él le envía cartas e intenta comunicarse con ella a través de llamadas telefónicas, pero todos sus intentos son fallidos. Al regresar del ejército, Alfredo le dice a Salvatore que se vaya de la ciudad, aún es joven y está a tiempo de cumplir sus sueños. En la despedida, Alfredo le ordena a Salvatore que no regrese, ni escriba, ni piense en ellos, él tiene que seguir su futuro como cineasta. Salvatore se va y se despiden con un abrazo lleno de lágrimas.

Salvatore obedece a Alfredo y no regresa a la ciudad hasta el día del funeral. La ciudad ha cambiado mucho sin embargo consiguen reconocer a Totó aunque éste sea un adulto. El Cinema Paradiso iba a ser demolido, pero antes de que fuera destruido, Salvatore hace una visita para recordar momentos agradables de su infancia.

La viuda de Alfredo le dice a Salvatore que Alfredo siempre había estado pendiente de sus exitos y había dejado un regalo para él.  Salvatore regresa a Roma y ve el carrete que Alfredo le dejó. Se trataba de todos las escenas románticas que el sacerdote le había obligado a cortar de las películas. Alfredo las había reunido y había construido su propia película, ya que cuando Salvatore era pequeño, Alfredo le prometió regalarle los trozos de película.

Mirando la película finalmente Salvatore recuerda su pasado orgulloso y con lágrimas en los ojos.

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